Buscar este blog

Pedagogía de la AUTENTICIDAD: proyecto Laboratorio de Vida

Pedagogía de la Autenticidad es una apuesta por la educación ya que es el pilar en cualquier sociedad. Pero no refiriéndonos exclusivamente a lo infantil, sino a la educación de todos los individuos. Nos inspiramos también en la convicción de que el niño es el constructor potencial del mundo, el verdadero heraldo del progreso, por tanto tenemos que atenderlo. Con frecuencia se nos llena la boca diciendo que el niño es el futuro y nuestra esperanza, pero desconocemos el modo de emprender una educación consecuente. Por eso es necesario un giro en nuestra perspectiva y que ampliemos nuestro horizonte, porque más allá del concepto de niño nos encontramos también con nuestro “niño interior”.
Partiendo de aquí, el niño, si lo ayudamos y nos dejamos guiar por él, es quien va a dar el giro de timón hacia el Nuevo Modelo Humano. Aunque el estado de cosas se oponga con su falsa moral, sus leyes de conveniencia y su demagogia de pez que se muerde la cola, siempre podremos recurrir a nuestros derechos democráticos, aunque a cualquier gobierno no le guste nada la idea de una educación en libertad. Un niño feliz es capaz de integrarse e interactuar responsablemente en el mundo.
La educación convencional descuida al niño, desatiende al joven y desencamina al adulto, precisamente porque es convencional y está condicionada por los convencionalismos de la corriente social. El actual modelo educativo parece efectivo para el consumo y la productividad, pero no hace a las personas ni más sanas, ni más sabias y menos aún más felices. La educación falla porque la sociedad falla y porque no es la única ni definitiva realidad. En el fondo todos lo sabemos, pero arrastramos al niño y a los más jóvenes a esa corriente donde serán más dependientes, vulnerables y superficiales. Suele ocurrir en muchos casos que se los educa para que sean “alguien” sin recaer en que se olviden de ser ellos mismos.
clip_image001
 
 
 
 
 
Por eso cualquier pedagogía debería ser auténtica y llevar implícito el interés en ser uno mismo más allá de un nombre, un apellido, un d.n.i, un título o una moda. Una educación auténtica favorece el desarrollo del Yo y del “Ser” al tiempo que desarrolla la personalidad. Una educación que simplemente educa la personalidad solo obtiene resultados superficiales que excluyen la naturaleza esencial del individuo.
 
clip_image002
Una educación que es auténtica hace que las presencias y las aulas estén siempre vivas y motivadas, que los conocimientos estén extraordinariamente vivos. La educación auténtica es energética: vibra, resuena e ilumina. Una educación convencional es mecánica, monótona y apática. En las aulas reina el tedio y los alumnos son poco entusiastas. Lo que importa no es tanto memorizar, repetir, ni examinar; sino vivenciar a través de razonar, discurrir, imaginar, discernir, pensar, elegir y decidir. En una universidad las clases están vivas y son simples: porque puede ser cultivar, cocinar, restaurar, construir, modelar, esculpir, tallar… pero se aprende integridad, nobleza, coherencia, sensibilidad, honestidad, solidaridad, lealtad, valentía y responsabilidad.
Los valores están vivos cuando las materias y labores transmiten conocimientos y valores auténticos: en los sentimientos, los pensamientos y las acciones. Este feedback favorece el flujo dinámico de la comunicación y la enseñanza se convierte en un juego rico y fluido, en un relacionarse mutuo y creativo. Cada individuo es respetado como individualidad, cada presencia es respetada presencialmente. La atención se dirige tanto hacia el colectivo como individualmente. No solo se habla o escucha a personas, también y especialmente, a los seres que son esas personas.
J.R Tato Peña













No hay comentarios:

Publicar un comentario

Apóyanos con tus comentarios